Rosetta

Seguro se han dicho muchas cosas, pero su pasta con higaditos de pollo y salvia es mi consentida.

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Si es temporada de postre de mamey con pixtle, es obligación pedirlo.

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Los tamales de elote con apionabo y crema ahumada es uno de las platillos que pocos hablan pero que wow, amo y vale la pena pedir.

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Reservar con anticipación, empezar en el Salón Rosetta en el último piso con un vino naranja. Pedir la mesa en el restaurante principal en planta baja hasta el fondo a la izquierda para poder tener vista de todo el restaurante o en el segundo piso para algo mas íntimo.

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Un must cuando vienen mis amigos de otros lados. También de chamba ha sido una joya, porque no hay como la pasta de temporada y un buen vino para crear relaciones de confianza.

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Aunque su propuesta ha evolucionado, a mi me gustan mucho las pastas. Especialmente, el papardelle con higaditos y salvia. También las mollejas de ternera confitada y el postre de hoja santa.

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Siempre vuelvo por el postre de hoja santa y la focaccia que te llevan a la mesa.

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Uno de los restaurantes más bonitos de CDMX, comida mexicana con sensibilidad y acentos italianos. Siempre guardar espacio para los postres. Los tacos de pistache y alguno de sus tamales.

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Es el restaurante que reservo para esas cenas especiales. Aunque la carta cambia, siempre es buena idea probar todo lo que lleve hoja santa y mamey, sobre todo en los postres. La canastita de pan de cortesía es ese detalle que ya pocos sitios ofrecen y se agradece muchísimo.

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